viernes, 4 de marzo de 2011

ANTE EL TEMOR POR EL FUTURO DE LA IGLESIA.....

La jerarquia eclesiastica sostiene que "en la coyuntura por la que está atravesando la Iglesia, el Señor nos invita a avivar nuestra fe en Él, sobre todo en los momentos en los que la barca de la Iglesia o la propia barquilla de nuestra vida es zarandeada y sacudida por el sufrimiento y el dolor. También entonces el Señor nos sigue queriendo y sigue velando sobre su Iglesia con su Providencia amorosa. Confiemos, pues, en Él, que no permitirá que seamos probados por encima de nuetras fuerzas. Él permite que el mal nos visite para nuestro bien, para nuestra purificación. Él nunca nos abandona, pues incluso en el momento de la muerte, nos está esperando para acogernos y abrazarnos".

Ante estos pensamientos, quisiera empezar diciendo que creo que debemos ya, de abandonar una lectura del momento actual en términos de crisis, secularización, desaparición de la fe…

Es verdad que, " Dios nunca abandona a su Iglesia ". Pero si es verdad también, que nos envía a su Espíritu para que lo escuchemos y así no nos sintamos abandonados.

Por eso creo yo, que posiblemente necesitamos hacer una lectura más profética, introduciendo en nuestro horizonte otras preguntas:

-¿Qué caminos está tratando de abrir hoy Dios para encontrarse con sus hijos e hijas de esta cultura moderna?

-¿Qué relación quiere instaurar con tantos hombres y mujeres que han abandonado la Iglesia?

-¿Qué llamadas está haciendo Dios a la Iglesia de hoy para transformar nuestra manera tradicional de pensar, vivir, celebrar y comunicar la fe, de modo que propiciemos su acción en la sociedad moderna?

A veces, me sorprende nuestra agudeza para ver el pecado en la sociedad moderna y nuestra ceguera para verlo en nuestra Iglesia.

Necesitamos centrar a la Iglesia con más verdad y fidelidad en la persona de Jesús y en su proyecto del Reino de Dios. Muchas cosas habrá que hacer, pero ninguna más decisiva que esta conversión, la de volver al mensaje de Jesús. Una Iglesia más sencilla, fraterna y buena, humilde y vulnerable, que comparte las preguntas, conflictos, alegrías y desgracias de la gente. Creando nuevas formas y lenguajes de evangelización, basado en el diálogo y en nuevos carismas que nos permitan comunicar la experiencia viva de Jesucristo.

Nuestra formar de vivir va condicionando nuestra forma de pensar, pero el cambio en nuestra forma de pensar condiciona nuestra forma de vivir.

1 comentario:

  1. Efectivamente, vamos a entrar en la cuaresma, volviendo a las andadas: a las penitencias de ir disfrazados detrás de los pasos, a reinsistir en la "confesión", antes que en el arrepentimiento, la conversión y el compromiso.
    El tiempo de cuaresma es el tiempo de la reflexión "en el desierto", de la metanoia, la conversión, el cambio del chip, de reorientar la brújula para cambiar de mentalidad, Pienso que se trata de estar en la vida, como quien cree, como quien es feliz, como quien asume sus límites, como quien no se desalienta porque lo anima la esperanza, como quien cree que la gente, aun con sus debilidades, es buena y sencilla y desea lo mejor, como quien vive no para sí y para que Dios lo juzgue "bueno", sino para los demás, asumiendo su pobreza y su debilidad, o, si se quiere, su condición de "pecador" que no lo convierte en malvado, sino en alguien que puede regresar a la casa del padre, cuando siente que ha dilapidado los dones recibidos.
    Es verdad, que la Iglesia oficial vive con una sensación de frustración y de fracaso, pero que eso no la lleva a una autocrítica coherente, sino a seguir condenando a "todos los demás" como perversos causantes de esta situación. Siempre trata de quedar a salvo, justificando todo, queriendo como el fariseo repetir a Dios: "... y no soy como ese publicano ruidoso, pues cumplo los preceptos, voy a misa, recibo los sacramentos, defiendo la santa doctrina de la santa madre iglesia..." Finalmente Jesús añadió: os aseguro que fue el publicano el que salió justificado por Dios.
    ... Y también el hijo fiel se enfadó con el padre, cuando celebró el regreso del mala cabeza de su hermano.
    ¡Es que son muchas las cosas que hay que pensar en la cuaresma! ¡y dejarse de tanto lamento!

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