martes, 10 de mayo de 2011

LA ORACION FUENTE DE UNION DE LOS UNOS CON LOS OTROS.

El pasado viernes, me reunia con la Madre General de las Filipensas en su convento de Écija. Yo terminaba de exponerle mi decisión de retirarme y dejar aparcado por el momento un proyecto a realizar en su casa. Cuando ella me dijo, reza por nosotros y pide a Dios por nuestra próxima casa que intentamos abrir en Kenia. Lógicamente, yo le confirme mi intención de tenerlas presente en mis oraciones.

Posteriormente, cuando llegó mi momento de oración, comprendí, que no tiene sentido pedir a Dios algo, que ya Dios sabe si es necesario o no. No tiene sentido pedir algo para que Dios no deje que suceda algo que sucedería si no se lo pidiéramos, o para que haga suceder algo que de otro modo no sucedería.

Cuando oramos por una persona, no pedimos a Dios que se acuerde o sea bueno con esa persona, no pedimos que Dios cambie.

Cuando oramos por una persona, nos sentimos en comunión con ella, expresamos y ahondamos nuestra solidaridad profunda con esa persona. En la medida en que podemos nos convertimos en portadores de Dios para ella, en la medida en que podemos realizamos aquello que Dios quiere ser para esa persona y darle a ella.

El sentido de la petición no está, pues, en el pedir, sino en las actitudes fundamentales de la persona que pide. Lo que tiene sentido no es la petición, sino la humilde gratitud, la acogida agradecida, la confianza incondicional.(Arregi).

Comprendí, como las Hermanas Filipensas me hacían partícipe de su Evangelización, de su proyecto y a la vez de su comprensión en el mio y de su agradecimiento.

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