viernes, 3 de mayo de 2013

LA PAZ SOCIAL, ES EL RESULTADO DE LA JUSTICIA SOCIAL.


Como preparación al evangelio del próximo domingo, creo que debemos de tener presente en nuestro pensamiento que la paz social, es el resultado de la justicia, por lo tanto, si en nuestra sociedad no existe justicia, es muy difícil pensar que pueda existir la paz.

Creo que estas tres frases, explican muy claramente todo el ambiente social que estamos viviendo o que podemos vivir.

Por eso dejo aquí algunos documentos, en los que la Iglesia ha contribuido tremendamente a la justicia social y económica. 

Aquí están sólo algunos extractos: (1891, Rerum Novarum, Artículo 3): “El remedio debe ser encontrado rápidamente para la miseria y la desgracia que presiona tan injustamente sobre la mayoría de la clase obrera: ya que los gremios del obrero antiguo fueron abolidos en el siglo pasado, y ninguna otra organización protectora tomó su lugar. Los organismos públicos y las leyes ponen a la antigua religión a un lado. Por lo tanto, poco a poco ha sucedido que los hombres de trabajo han sido objetos de renuncia, aislados e indefensos, a la dureza de corazón de los empleadores y la codicia de la competencia sin control. El daño ha aumentado por la usura rapaz, que, aunque más de una vez condenada por la Iglesia, es sin embargo, bajo una apariencia diferente, pero como la injusticia, aún practicado por hombres codiciosos y avaros. El daño ha sido aumentado por la usura rapaz que, aunque más de una vez condenada por la Iglesia, es sin embargo, bajo una apariencia diferente, pero como la injusticia, aún practicada por hombres codiciosos y avaros. A esto hay que añadir que la contratación de mano de obra y el desarrollo del comercio se concentran en manos de relativamente pocos, de manera que un pequeño número de hombres muy ricos han sido capaces de poner a las grandes masas de los trabajadores pobres a disposición del yugo poco mejor que el de la esclavitud misma. "

(1972, Día Mundial de la Paz): "Si quieres paz, trabaja por la justicia".

(1991, Centesimus annus, Articulo 34): "Parece que, en el nivel de las naciones y de las relaciones internacionales, el libre mercado es el instrumento más eficaz para colocar los recursos y responder eficazmente a las necesidades. Pero esto es cierto sólo para aquellas necesidades que son "solventes", en la medida en que sean dotados de poder adquisitivo, y para aquellos recursos que son "negociables", en la medida en que son capaces de alcanzar un precio satisfactorio. Pero existen numerosas necesidades humanas que no tienen salida en el mercado. Es un estricto deber de justicia y de verdad no permitir que las necesidades humanas fundamentales permanezcan insatisfechas, y no permitir que los hombres oprimidos por esas necesidades perezcan. También es necesario ayudar a estos hombres necesitados a conseguir los conocimientos, a entrar en el círculo de cambio, y a desarrollar sus habilidades con el fin de hacer el mejor uso de sus capacidades y recursos. Incluso antes de la lógica de un intercambio equitativo de los bienes y las formas de justicia adecuada, existe algo que es debido al hombre porque él es hombre, en razón de su eminente dignidad. Inseparable de que “algo” es necesario es la posibilidad de sobrevivir y, al mismo tiempo, hacer una contribución activa para el bien común de la humanidad"

(2009, Caritas in Veritate, Articulo 23): "Cabe destacar que los progresos de índole meramente económico y tecnológico es insuficiente. El desarrollo tiene que sobre todo ser verdadero e integral. El mero hecho de surgir del atraso económico, aunque es positivo en sí mismo, no resuelve las cuestiones complejas del progreso del ser humano, ni para los países que están liderando estos progresos, ni para aquellos que ya están desarrollados económicamente, ni siquiera para aquellos que todavía están pobres, que sufren no sólo por las viejas formas de explotación, sino también por las consecuencias negativas de un crecimiento que está marcado por las irregularidades y los desequilibrios”.

(2009, Caritas in Veritate 65): "Los financieros deben redescubrir los cimientos éticos de su actividad, a fin de no abusar de los instrumentos sofisticados que pueden servir para traicionar los intereses de los ahorradores".

(2009, Caritas in Veritate 67): "Ante el crecimiento incesante de la interdependencia global, hay una necesidad fuertemente sentida, incluso en medio de una recesión global, para una reforma de la Organización de las Naciones Unidas, y también de las instituciones económicas y financieras internacionales, de modo que el concepto de la familia de las naciones pueden adquirir real fuerza".

Las contribuciones de la Iglesia son consideradas por su capacidad para responder a las necesidades de justicia social y económica, con valores sólidos y principios. Muchos en tiempos difíciles miran hacia la Iglesia en busca de orientación y dirección. Y como los periodistas y expertos de los medios trabajamos tanto en los medios seculares y religiosos, compartimos que es responsabilidad de la Iglesia guiar a los pueblos para que todos podamos defender la justicia social y económica.

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