lunes, 14 de octubre de 2013

LA MACROBEATIFICIACIÓN DE TARROGONA, CONSECUENCIA DE LOS GRANDES EVENTOS MEDIÁTICOS DE LA IGLESIA.

Más de 25.000 personas asistieron a la macrobeatificación de Tarragona, de 522 españoles "asesinados por su fe durante la Guerra Civil española".

La ceremonia fue presidida por el cardenal Amato en nombre del Papa. Pero donde el Papa Francisco se hizo presente con un videomensaje, en el que, entre otras cosas, señaló que los mártires son el claro ejemplo de que "Cristo nos primerea en el amor". Su enviado, el cardenal Angelo Amato denunció que los mártires no son "caídos de la guerra civil", sino "víctimas de una radical persecución religiosa, que se proponía el exterminio programado de la Iglesia".

Mi reflexión de hoy, no va encaminada a dudar por ningún momento de la beatificación de de los 522 beatos,   ni del blindaje que esta beatificación puede suponer para algunos en la reciente historia de España, que como cualquier obra humana está llena de luces y sombras. Mi reflexión va sobre los eventos mediáticos de la Iglesia Católica.

Debe ser notable, que Europa se descristianiza y son cada vez menos los seguidores de la Iglesia Católica y esto preocupa en Roma. Pues ya en el Pontificado de Juan Pablo II, fue sorprendente el número de eventos masivos organizados de forma mediática, con el fin de seguir mostrando al mundo que la religión católica está viva, de que el Papa es importante, de que los Obispos tienen una presencia social a tener en cuenta. Concentraciones que se preparan cuidadosamente y en las cuales se invierte una asombrosa cantidad de dinero. Posiblemente con el fin de que el mundo nos vea, más que como proceso evangelizador.

Creo que deberíamos realizar un profundo análisis sobre cómo estamos orientando la presencia de la Iglesia en el mundo. El Evangelio no consiste en concentrar a personas en un espectáculo de masa, si no en vivir el Espíritu que se desprende de él. Pues el resultado está después en nuestra vida cotidiana al contemplar como nuestros templos se encuentran cada vez más vacíos.


Necesitamos centrar a la Iglesia con más verdad y fidelidad en la persona de Jesús y en su proyecto del Reino de Dios. Muchas cosas habrá que hacer, pero ninguna más decisiva que esta conversión, la de volver al mensaje de Jesús. Una Iglesia más sencilla, fraterna y buena, humilde y vulnerable, que comparte las preguntas, conflictos, alegrías y desgracias de la gente. Creando nuevas formas y lenguajes de evangelización, basado en el diálogo y en nuevos carismas que nos permitan comunicar la experiencia viva de Jesucristo. No sé, la verdad, si con estos eventos tan masivos conseguimos construir la Iglesia que nació del mensaje de Jesucristo.

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