Transcurrida una semana de
la finalización del Sínodo extraordinario de la familia celebrado en Roma. Creo,
que es bueno, pasada ya la tempestad y desde la calma analizar un poco el
Sínodo desde dos puntos fundamentales, primero desde su contenido y segundo
desde la unidad de la Iglesia.
Las cuestiones que se
plantean, podemos ver y observar, que son principalmente de orden moral más que
de vivencia evangélica. Y esto, es claro y evidente del reflejo de pastorales
familiares que ha ido más encaminadas al control de la sexualidad y de la vida
íntima de la pareja que al fomento del espíritu evangélico en el seno de la
familia. Cuestiones morales que a veces han actuado como piedras de molino
sobre las parejas y al fin al cabo sobre las familias, ya que en algunas a
consecuencias de estas inestabilidades morales se rompía el equilibrio de la
convivencia familiar, como así, el equilibrio de los valores evangélicos.
La oficina de prensa del
Vaticano, ha explicado que el documento aprobado en dicho Sínodo es un texto
de propuestas de los obispos sobre el que trabajar durante un año de cara
al próximo Sínodo ordinario de octubre de 2015, que también abordará el tema de
la familia.
Según se desprende de los resultados
de las votaciones, no todos los 62 puntos obtuvieron la mayoría de dos tercios requerida
en el pasado para este tipo de documentos, pero consiguieron una mayoría y por
tanto forman parte del mismo.
Entre ellos, el punto
52 en el que se proponía estudiar un camino penitencial para que los
divorciados que se han vuelto a casar pudiesen recibir los sacramentos, fue el
que más votos en contra tuvo, pero fue aprobado finalmente por 104 a favor y 74
en contra.
Lo mismo ocurrió con el punto
53, 112 a favor y 63 en contra, que instaba a continuar estudiando la
posibilidad de que los divorciados que han vuelto a casarse puedan recibir
"la comunión espiritual" o el "por qué no pueden recibir la
comunión sacramental".
Otro de los puntos
aprobados, aunque con 62 votos contrarios, fue el relativo a los homosexuales.
La mayoría aprobó que
"los hombres y las mujeres con tendencias homosexuales deben ser acogidos
con respeto y delicadeza" y que se "evitará cualquier marca de
discriminación".
Sin embargo, los obispos han
subrayado "que no se pueden establecer analogías, ni si quiera remotas,
entre las uniones homosexuales y el diseño de Dios sobre el matrimonio y la
familia".
El documento dedica un
amplio espacio a exaltar "la belleza" de la familia tradicional y
fiel, pero asegura que la Iglesia "como madre atenta" debe acompañar
"con misericordia y paciencia" a las familias frágiles o heridas.
Además, la Iglesia intentará
"ayudar a lograr la plenitud del plan de Dios" a las parejas casadas
por lo civil, divorciados y vueltos a casar, o que simplemente conviven, afirma
el documento.
El texto reconoce también
algunos valores en estas parejas que "cumplen el bien, se hacen cargo los
unos de los otros y están al servicio de las comunidades en las que viven y
trabajan".
Todas estas reflexiones
tendrán que ser ahora "maduradas y analizadas" por las Iglesias
locales" para preparar el camino del Sínodo de octubre de 2015.
En su discurso de clausura,
"el Papa Francisco ha hablado de dos tentaciones: la rigidez hostil y el
bien destructivo".
Francisco proclamó que en la
asamblea no se ha puesto en entredicho la "verdad fundamental" del
"sacramento del matrimonio: la indisolubilidad".
Así lo afirmó el papa
Bergoglio en un discurso pronunciado ante los participantes en este Sínodo, a
quienes dijo que su papel como líder de la Iglesia Católica es el de
"garantizar la unidad", tras los debates en los que se abordaron
cuestiones como la acogida a los homosexuales o a los divorciados vueltos a
casar.
Además, el papa dijo que la
Iglesia Católica "no mira a la humanidad desde una torre de cristal
para juzgar o clasificar a las personas". Sus palabras han cosechado una
ovación de más de cinco minutos. Y la Iglesia no se ha roto, y sigue adelante.
Pero a pesar de estas
palabras del Papa, en la Iglesia suena las voces de la gran victoria del Papa
en el Sínodo. Yo no creo, que el Papa este en la confianza de que ha ganado, ni
mucho menos ciertos sectores de afines al Papa; más bien se cree que ha ganado
la Iglesia porque mostró al mundo, una vez más, su credibilidad evangélica.
El Evangelio de la liturgia
de hoy nos ayuda a comprender mejor todas estas circunstancias
En
aquel tiempo, decía Jesús a la gente: «Cuando veis subir una nube por el
poniente, decís en seguida: "Chaparrón tenemos", y así sucede. Cuando
sopla el sur, decís: "Va a hacer bochorno", y lo hace. Hipócritas: si
sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis
interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que
se debe hacer? Cuando te diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo
posible por llegar a un acuerdo con él, mientras vais de camino; no sea que te
arrastre ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y el guardia te meta
en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues el último
céntimo.» Lc (12,54-59)
Jesús hace un llamamiento
para que sepamos “interpretar el tiempo presente”, para que sepamos “lo que se
debe hacer”. Hay situaciones en la vida en las que se produce un cambio de
época: termina una etapa de la historia y comienza otra. Jesús nos avisa: “!No
seáis hipócritas!” ¿No estamos viendo el cambio? No es un cambio a peor, sino a
algo nuevo, que intuimos, pero que no podemos todavía precisar. Es decisivo, en
estas situaciones superar el miedo. Las religiones tienen miedo. Porque tienen
sus raíces en tradiciones y costumbres de un pasado al que se aferran.
(Castillo).
Por eso, cuando la Iglesia
no actúa como madre acogedora, como madre abierta a las circunstancias de las
personas y a los signos de los tiempos, viene el rechazo de los hijos a su
madre.
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