sábado, 3 de enero de 2015

EVANGELIO DOMINGO 4 DE ENERO 2015. SEGUNDO DOMINGO DESPUÉS DE NAVIDAD.

Evangelio según San Juan 1, 1-18.

“En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra es Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La palabra era luz verdadera, que alumbraba a todo hombre. Al mundo vino y en el mundo estaba; el mundo hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de dios. Y la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: " Éste es de quien dije: el que viene detrás de mí, porque existía antes que yo". Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia: porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer”.

COMENTARIO.-

Este texto magistral del evangelio de Juan nos plantea lo más profundo que encontramos en el Evangelio. Todo se puede resumir en este planteamiento: " Jesús representa, para todos los seres humanos, no sólo el proyecto de establecer la "relación" del hombre con Dios, sino algo que es lo decisivo y determinante, la "unión" de Dios con el ser humano. En el ser humano, que fue Jesús, Dios se funde y se confunde con lo humano".

"Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho". En esto consiste lo sorprendente del Evangelio, que recoge la vida, las costumbres, las enseñanzas, las palabras y los hechos de Jesús. Y por lo tanto recoge, lo que le gusta a Dios, cómo es Dios y lo que Dios quiere, espera y promete a cada uno de nosotros.

La reciente Exhortación del papa Francisco sobre la evangelización: “Evangelii Gaudium”, creo que nada más por su título queda totalmente resumida. Pues no es fácil decir más con dos palabras “La Alegría del Evangelio”. Era necesario escuchar estas palabras, especialmente en este conteniente viejo de Europa, donde con el paso del tiempo, no hemos dedicado más a vivir nuestras normas eclesiásticas que la Alegría del Evangelio.

Es curioso, no dice que no pueda haber alegría sin Evangelio, sino que no puede haber Evangelio sin alegría. No dice que quien cree en el Evangelio no vaya a conocer la tristeza, sino que quien anuncia el Evangelio ha de procurar aliviar la tristeza en sí mismo y en los demás. No dice que baste sentirse contento sin luchar contra todo lo injusto, sino que a toda lucha sin alegría le falta corazón.

El Papa Francisco nos habla con la alegría que todos estamos esperando, pero especialmente con la alegría del Evangelio. Muchos de los que hablamos de Dios, especialmente los “funcionarios de la palabra” somos unos seres extraños para los que buscan luz y vida, pero no la encuentran.

¿Qué es un cristiano sin el Evangelio?

En la Palabra encontramos el sentido de nuestra vida. Por eso, estamos obligados a DIFUNDID EL EVANGELIO. PÁSALO.

El lunes pondré el Evangelio de la Epifanía del Señor.



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