miércoles, 18 de marzo de 2015

19 DE MARZO. SAN JOSÉ. DÍA DEL SEMINARIO. “SEÑOR, ¿QUÉ MANDÁIS HACER DE MÍ?”

Desde mañana 19 de marzo, festividad de San José, hasta el próximo domingo tendrá lugar en todas las diócesis de España, los actos del Día del Seminario, este año bajo el lema: “SEÑOR, ¿QUÉ MANDÁIS HACER DE MÍ?”

Se trata de una jornada que nos invita a toda la comunidad eclesial a tomar conciencia de la necesidad de pedir al Señor, promover y amparar las vocaciones sacerdotales con la oración, la invitación a los jóvenes para que se animen a plantearse la vocación sacerdotal como una opción válida.

Es frecuente escuchar voces de gran preocupación en la jerarquía eclesial y en ciertos sectores laicales; ante la tendencia a la baja en el número de seminaristas en los últimos años. Calificando esta situación de la siguiente manera: "tener sacerdotes mañana es vital para la Iglesia, una cuestión de vida o muerte, pues "nos jugamos el futuro de la Iglesia".

Ante esta, cabe hacer dos reflexiones. La primera, es que la Iglesia siempre existirá con sacerdote y sin sacerdote. Pues la Iglesia es la que se forma cuando dos o más se reúnen en el nombre de Cristo. La segunda reflexión, es desde mi punto de vista de que el futuro de la Iglesia no está en que tengamos más o menos sacerdotes, sino posiblemente como dice el lema de la campaña del seminario este año, en la “SEÑOR, ¿QUÉ MANDÁIS HACER DE MÍ?”. Y, así fue reconocido, por el Papa Benedicto XVI en la entrevista con el periodista Peter Seewald, recogida en el libro " Luz del Mundo " ( título del libro que al parecer eligió Benedicto XVI ). El Papa insiste en la necesidad de «definir de nuevo tanto la vocación de la Iglesia como su relación con la modernidad». Afirma que la «religiosidad tiene que regenerarse de nuevo en el contexto de la sociedad moderna para encontrar nuevas formas de expresión y comprensión». Insiste en que «hay que preguntarse siempre qué cosas, aunque hayan sido consideradas como esencialmente cristianas, eran en realidad sólo expresión de una época. Debemos regresar una y otra vez al Evangelio y a las palabras de la fe para ver qué es realmente lo esencial y qué se ha de modificar legítimamente con el cambio de los tiempos».

En definitiva, no se trata de modernizarse, sino de actualizarse. Por eso, este día deberíamos dedicarlo a renovar el concepto primero de vocación y en segundo lugar dejarnos iluminar por el Espíritu Santo, para encontrar los caminos propios de los ministerios en la Iglesia de hoy.

En la actualidad, la vocación se entiende como la llamada de Dios, para atender a una comunidad de cristianos. Mientras que, durante los primeros mil años de la vida de la Iglesia, la vocación se entendía como la llamada de la comunidad, que elegía de entre sus miembros al que consideraba más idóneo para educar en la fe a un grupo de cristianos. Esta manera de entender la vocación estaba tan clara entre los cristianos, que la condición indispensable, para que el obispo admitiera a un candidato a la ordenación para ejercer el ministerio, era no que el sujeto se ofreciera diciendo que Dios le llamaba, sino que se resistiera a ser ordenado, porque se consideraba indigno y sin cualidades para un servicio tan exigente.

En definitiva, en la Iglesia faltan curas porque las autoridades de la Iglesia han puesto unas condiciones que no permiten otra cosa, como ya analizaremos en otra ocasión detenidamente. Tenemos lo que la Iglesia jerárquica ha optado que tengamos. En la Iglesia no tienen por qué faltar sacerdotes.

Por eso, esta jornada nos debe de ayudar a ver todas las vocaciones ministeriales existentes, y a las que van surgiendo en nuestras Iglesias, como el diaconado permanente, delegados de liturgias, (que Roma ha denominado a este tipo de oficio «celebración en domingo en ausencia o en espera de presbítero»). Sin olvidar que estas mismas órdenes ministeriales, deben estar abiertas a las mujeres. No debemos de olvidar que nuestros ministerios, cambiaron en unas circunstancias sociales, pues los apóstoles estaban casados, y los papas también tuvieron casados.

Debemos aprovechar esta jornada también, para dejarnos iluminar por el Espíritu Santo, y abrir nuestra mente y nuestro corazón a él y, hacer una lectura más profética de nuestro horizonte y preguntarnos:

- ¿Qué caminos está tratando de abrir hoy Dios para encontrarse con sus hijos e hijas en esta sociedad?

- ¿ Qué llamadas está haciendo Dios a la Iglesia de hoy para transformar nuestra manera tradicional de pensar, vivir, celebrar y comunicar la fe, de modo que propiciemos su acción en la sociedad moderna ?


Por eso, nuestra tarea no es ser fieles a una figura de Iglesia y un estilo de cristianismo desarrollados en otros tiempos y para otra cultura. Lo que nos ha de preocupar es hacer posible hoy el nacimiento humilde de una Iglesia, capaz de actualizar en la sociedad moderna el espíritu y el proyecto de Jesús.

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