EVANGELIO DOMINGO 16 DE
AGOSTO 2015. 20ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO.
Evangelio según San Juan
6,51-58
En aquel tiempo, dijo Jesús
a la gente:
- «Yo soy el pan vivo que ha
bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo
daré es mi carne para la vida del mundo.»
Disputaban los judíos entre
sí:
- «¿Cómo puede éste darnos a
comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo:
- «Os aseguro que si no
coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en
vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo
resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera
comida, y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe
mi sangre habita en mí y yo en él.
El Padre que vive me ha
enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Éste es el pan que ha bajado
del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que
come este pan vivirá para siempre.»
COMENTARIO.-
Con el Evangelio de este
domingo, una vez más, el evangelista Juan, nos deja claro una cosa que, Jesús
es el pan vivo para sus seguidores, como hemos podido leer en estos tres
últimos domingos.
Es evidente, que el
evangelista Juan, nos quiere dejar muy claro no sólo el mensaje que su
comunidad se transmite de generación en generación; si no más bien la
experiencia de vida que Jesús, desarrolla en esas primeras comunidades. Ya que, en Jesús no vamos a encontrar una
teología de escribas, ni una religión fundamentada en ley. En Jesús, vamos a
encontrarnos con alguien, lleno de la experiencia de Dios, capaz de alimentar
nuestra forma de vivir.
Esa experiencia cristiana de
las primeras comunidades, debe de ser la experiencia de nosotros y de nuestras
comunidades en estos días. La experiencia consiste fundamentalmente en
alimentar nuestra vida en Jesús, descubriendo la fuerza que encierra para
transformarnos poco a poco a lo largo de nuestros días. Haciendo de nuestras
vidas un inmenso deseo de vivir y hacer vivir a los demás.
Lógicamente, toda esa
experiencia de vida humana, nos debe de llevar a una vida espiritual
comunitaria que debemos compartir en la eucaristía, como medio de que Jesús
habite en nosotros y nosotros en Él. El abandono de esta experiencia
eucarística, es hoy en día, una de las causas de la gran crisis de nuestra fe.
Cada domingo podemos
comprobar, la poca afluencia de cristianos a la eucaristía y, el poco sentido
que le damos, los que participamos; pero si verdaderamente Jesús nos alimenta y
nos da vida, ¿cómo podemos dejar que los demás no se alimenten de Él?.
HAGAMOS QUE JESÚS HABITE EN
NOSOTROS Y PARA QUE NOSOTROS PODAMOS HABITAR EN ÉL. PÁSALO.
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