La finalización de este
Sínodo de las familias ha cumplido los objetivos marcados de la prudencia, de
los pequeños pasos y deja venir los acontecimientos.
Uno de los principales objetivos
es sin duda alguna ha sido el fortalecimiento de la imagen y la figura del Papa
Francisco, admirado y querido por la gente (católica o no), le faltaba el
reconocimiento de un sector de su propia jerarquía eclesiástica de ojos
conservadores. Los 'enemigos' que dentro
del Sínodo, quedaron tan en evidencia, han tenido que plegarse al sentir de la
mayoría. Y eso que intentaron maniobrar con todos los medios.
Otro sin duda alguna de los
objetivos ha sido la democratización de la Iglesia, en el sentido de que el Papa está dispuesto a
descentralizar el ejercicio del poder en la Iglesia e, incluso, a ceder
competencias a los obispos. De hecho, al cederles ya competencias directas en
la concesión de nulidades, el Papa ha realizado un profundo acto de reforma del
papado. Hacía casi mil años que un Papa no cedía parte de sus poderes voluntariamente.
Es el paso de una Iglesia donde los de abajo son ya escuchados.
Pero sin duda alguna, el
mayor avance ha sido el reconocer por parte de los obispos que el tema de la moral
familiar y la sexualidad, la gente ha vivido y sigue viviendo de espaldas al
rigorismo doctrinal eclesial. Una doctrina que ha colocado a la Iglesia durante
todos estos años como enemiga. Pues, en este tema de la sexualidad, la Iglesia
durante mucho tiempo ha intervenido en él con sus enseñanzas, pero seamos claro,
¿quién hace caso hoy en día a los prelados en cuestiones de la sexualidad o del
control de la natalidad, según las enseñanzas de la Iglesia? Por ejemplo, el
tema del uso de los preservativos como método profiláctico, pero también
anticonceptivo. Cuando el propio Vaticano II parecía haberse colocado en la
línea aperturista, aceptando el principio de la “paternidad responsable”. Y, es
que, el conflicto la de sexualidad no ha estado tanto en los seguidores de la
Iglesia Católica, sino más bien en la jerarquía eclesial. Ya que hace tiempo,
los fieles tomaron el camino de su conciencia. Como toman en muchas más cosas,
que tienen referencias eclesiales. Pensamiento que ha sido reconocido en este
Sínodo, dejando a cada uno actuar según su propia conciencia.
Las medidas, sobre todo las
más polémicas de la comunión a los divorciados o la situación de los gays, quedan
en manos del Papa, signo y garantía de comunión eclesial. Ante esta situación
yo apelo también a la conciencia de cada uno. Debemos de recordar que las
personas separadas, divorciadas y divorciadas vuelta casar civilmente siguen
siendo miembros de la Iglesia. No están excomulgados; no han sido expulsados de
la Iglesia. Luego si esto es así, no tiene sentido participar en una comunidad
eclesial, que no deja sentarte a la mesa compartida de Cristo. Mesa compartida,
que es el pleno encuentro de la comunidad.
Por eso, les digo a todos
los divorciados que, cuando nosotros no os comprendemos, Dios Padre seguro que
os comprende y os habla en la voz de vuestra conciencia desde su infinita
misericordia, amor, comprensión y compasión. Desde vuestra conciencia, estáis
llamados a sentaros o no, en la mesa compartida del amor de Cristo.
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