¡Qué estamos en la sociedad
de la comunicación!, es sin duda alguna, una realidad. Pensemos la cantidad de
información que diariamente recibimos por los distintos medios que tenemos,
televisión, radio, emails, Whapss, …; es brutal.
Pero, más brutal, es quizás,
la indiferencia que tanta información que recibimos nos está causando ante la
realidad de las cosas que nos rodea. Vivimos a veces como «ciegos», sin ojos
para mirar la vida. Sentados e instalados en nuestra vida cómoda que no nos
inmuta ya ni los sufrimientos de las personas.
Por eso, el evangelio del
próximo domingo nos puede ayudar a reflexionar, posiblemente ante nuestra
ceguera e indiferencia de las realidades del mundo. Ante nuestra ceguera, se
escuchan los gritos de compasión de esos miles de refugiados que huyen y buscan
una nueva oportunidad en su vida fuera de sus tierras.
Cuando se comenten
atropellos e injusticias, todos tenemos la tendencia espontánea de buscar unos
culpables. Y pocos, muy pocos, son lo que piensan en su propia responsabilidad.
Cuando lo cierto es que si todos fuéramos más íntegros, más responsables y más
libres, sin duda alguna, este mundo funcionaría mejor y en él habría menos
sufrimiento y más respeto de todos hacía todos.
Ante esta realidad, vendrá
la clásica pregunta: ¿Qué podemos hacer?
Pues, como el ciego
Bartimeo, pesar de su ceguera, no deja escapar la ocasión y comienza a gritar
una y otra vez. Pues, igual nosotros, gritemos, alcemos nuestras voces ante las
injusticias y atropellos que viven las personas en el gran drama de la
emigración.
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