Del 18 al 25 de enero se
celebra mundialmente la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Al
menos una vez al año, se invita a los
cristianos a evocar la oración de Jesús para sus discípulos: «para que todos
sean uno; […]; para que el mundo crea […]» (Juan 17,21). Los corazones se
conmueven y los cristianos se reúnen para orar por su unidad. Las congregaciones y parroquias de todo el
mundo organizan intercambios de predicadores o celebraciones y cultos
ecuménicos especiales. Este año se
celebrará bajo el lema: “Destinados a proclamar las grandezas del Señor (CF. 1
PE 2.9)”
Esta semana de oración se
celebra tradicionalmente del 18 al 25 de enero, entre las festividades de la
confesión de San Pedro y la de la conversión de San Pablo. En el hemisferio sur, en el que el mes de
enero es un mes de vacaciones, las iglesias encuentran en muchas ocasiones
otros momentos para celebrarla, por ejemplo en torno a Pentecostés, que también
es una fecha simbólica para la unidad. Estas fechas fueron propuestas en 1908
por Paul Watson para cubrir el periodo entre la fiesta de san Pedro y la de san
Pablo, que tienen un hondo significado.
Pero desde mi punto de
vista; ¿ por qué ocurre esto ?. Esto ocurre, porque hemos vinculado
necesariamente a Cristo con la normas y leyes de cada una de nuestras creencias
en Cristo. De manera que, cuestionar algo del magisterio de cada una de esas
creencias, es lo mismo que cuestionar a Cristo. Y eso no es verdad. No nos cabe
en la cabeza que la religión se puede entender y se puede vivir de otra manera.
Jesús fue profundamente religioso. Pero su religión no se adecuó al modelo
establecido. La religiosidad de Jesús tuvo tres elementos muy claros: 1) la fe
en el Padre; 2) la oración; 3) la ética del respeto, de la libertad, la
tolerancia, de la igualdad y, sobre todo, del amor a todos. (JM.Castillo)
Tengamos en nuestras
oraciones a todos los seguidores de Jesucristo.
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