viernes, 24 de junio de 2016

ELECCIONES 26 - J. ¿DEBEMOS DE VOTAR? ¿QUÉ DEBEMOS DE VOTAR?

Hemos llegado al final de la campaña electoral para las elecciones del próximo domingo 26-J. Y, la verdad, que después de ver y escuchar las informaciones que los distintos partidos políticos han ofrecido en su campaña, me confirmó más, en mi dos ideas.

La primera de ella, es indiscutiblemente la profesionalidad de la política. Cuando la política se convierte en una profesión de ciertas personas, se corre el peligro, como está ocurriendo, de que el político, pierde el norte del bien de la política como el servicio a la comunidad. Y, se convierte la política, en su forma de vivir. No solamente del político de turno, sino de todos sus allegados, convirtiéndose la cuestión, en un clan cerrado y controlado, de manera que nadie altere el orden establecido. Como mucho, quede todo en pequeñas discusiones familiares. Y digo todo esto, porque yo creo que ciertos políticos después de estas elecciones, deberían plantarse su lugar en la política; pero claro dónde va...

La consecuencia de todo esto, es la segunda conclusión que yo tengo. Al poder económico, le interesa esta profesionalización de la política, pues es la única manera de ellos poder garantizarse sus grandes beneficios. Ya que, al tener siempre los mismos políticos, estos pueden ser llegados a comprarse. Pues si hubiera la alternancia política y la rotación de políticos cada ocho años, el tema de la corrupción sería muy difícil de sembrar en el tiempo dentro de una idea política.

Esto es para toda la clase política de un signo y de otro.

Posiblemente, hay que realizar un esfuerzo para profundizar en la democracia real. La democracia es el mejor camino para superar los problemas humanos y sociales por la vía del diálogo y de la participación de los ciudadanos en la gestión de la sociedad. Sin embargo la democracia no ha de ser solamente formal sino real.

¿Cuándo se van a enterar de que lo importante son las personas?

Por eso, más que nunca quizás, los cristianos católicos debemos de participar con mayor compromiso en la vida política, al igual que lo hacemos en la vida universitaria, empresarial, profesional, cultural.

Los valores cristianos deben de ser en una sociedad laica exigencia de ejemplaridad y servicio a la comunidad.

Es verdad que la clase política está desprestigiada, y esto hace que posiblemente, no tengamos políticos de más altura. Es verdad, que existe un gran desencanto en el pueblo, por su clase política, pensando que todos son iguales. Pero no debemos de olvidar, que la política es, en principio, una actividad digna y noble, a pesar de todos los pesares y es obligación nuestra ayudar a su regeneración en los casos en que se haya degradado.

Por ello, la participación en unas elecciones, es un deber cívico ineludible y un acto de responsabilidad a favor del bien común.

En las actuales circunstancias no es fácil saber para muchos a quién se debe votar. En todo caso, es algo que pertenece a la conciencia personal. Lo que no podemos es estos momentos tan difíciles para muchos de nuestros vecinos, familiares, amigos, etc.., es dejarnos llevar por la rutina, por el cansancio o la minusvaloración del ejercicio del voto. Ni mucho menos votar a un determinado partido por razones injustificadas: “siempre he votado a...”, “es que yo soy de derechas...”, “es que yo soy de izquierdas...”, “a mí el que me gusta es...”.

Yo sé, que muchos dicen, que esto es Coca Cola o Pepsi Cola, y es verdad, pero son nuestras reglas de juego en estos momentos. Teniendo en cuenta desde mi punto de vista que, en estos tiempos, el concepto de izquierda o derecha, son conceptos ya trasnochados y antiguos, pues la realidad nos lo demuestra.

Hoy debemos de hablar y centrarnos en personas que buscan el progreso de la humanidad desde el mismo concepto humano, que en función de las circunstancias sociales, económicas y políticas, actúan con verdadera justicia e igualdad.

Una persona o grupo político es progresista, cuando actúan como unos buenos gestores de la comunidad, en todos sus ámbitos económicos, sociales, culturales, éticos y religiosos.

Lo bueno de la democracia, es que cuando uno no cumple, existe la posibilidad de quitarlo y dejar paso a otro, aunque sea Coca Cola en lugar de Pepsi Cola.

La votación, en una sociedad democrática, es un acto cargado de responsabilidad ética personal. Por eso, los cristianos católicos tenemos el deber y la obligación de ir a VOTAR el próximo domingo día 26 y de participar desde esa responsabilidad en la creación de un mundo más justo para todos.


Esto es construir el Reino de Dios en la tierra, pues el Reino de Dios en el cielo, ya está construido.

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