sábado, 3 de septiembre de 2016

EVANGELIO DOMINGO 4 DE SEPTIEMBRE 2016. 23ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio según San Lucas 14,25-33.


Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo:
"Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo.
El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. ¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo:’ Este comenzó a edificar y no pudo terminar'. ¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz.
De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.

COMENTARIO.-

El Evangelio de este domingo, nos interpela a reflexionar sobre varios temas.

Es evidente, que hemos ido cambiando distintos hábitos y costumbre. Llegado Septiembre, existe desde hace unos años, una cierta atmosfera en la sociedad como si en esta época, después de vacaciones comenzara un nuevo año, es decir, como si Enero lo hubiésemos trasladado a Septiembre.

Y digo esto, porque después del periodo vacacional todos venimos con nuevos proyectos, nuevos planes, nuevas ideas, etc.. En la sociedad, se habla del inicio del curso político, del curso escolar, del curso pastoral, del curso empresarial.

En verdad, se comienza un nuevo curso pastoral. Y, como todos los años, los responsables de estas programaciones, hacen todo lo que está en sus manos por planificar lo mejor posible ese curso.

Pero, siguiendo las enseñanzas del evangelio de este domingo; antes de programar este curso, debemos de realizar un estudio de nuestras necesidades comunitarias. Es decir, ¿somos conscientes de la realidad que nos rodea?

Jesús, nos lo dice en el Evangelio: "¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar. ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil?”

Y digo todo esto, porque ¿cuántos años llevamos quejándonos de las faltas de vocaciones, de la ausencia de los creyentes en la Iglesia, de los templos vacíos, etc...? Entonces deberíamos plantearnos, ¿está nuestra pastoral de acorde con las necesidades de nuestra comunidad?

¿No será que planificamos más, para intentar atraer a los que están fuera, que para los que están dentro de la Iglesia? Nos preocupamos más por traer personas, hacer grupos más grande, numerosos; que hacer grande lo que ya tenemos en esas pequeñas comunidades.

¿Cuándo nos vamos a sentar para aunar fuerzas, reflexionar juntos y buscar entre todos el camino que hemos de seguir? ¿No necesitamos dedicar más tiempo, más escucha del evangelio y más meditación para descubrir llamadas, despertar carismas y cultivar un estilo renovado de seguimiento a Jesús?

Jesús llama también en el Evangelio de este domingo al realismo social que estamos viviendo. Estamos viviendo un cambio sociocultural sin precedentes, en todos los sectores sociales que hemos bautizado como la globalización del mundo. En este entorno que nos ha tocado vivir, ¿Es posible contagiar la fe en este mundo nuevo que está naciendo, sin conocerlo bien y sin comprenderlo desde dentro? ¿Es posible facilitar el acceso al Evangelio ignorando el pensamiento, los sentimientos y el lenguaje de los hombres y mujeres de nuestro tiempo? ¿No es un error responder a los retos de hoy con estrategias de ayer? ¿No es un error grande pensar que tiempos pasados fueron mejores?

Posiblemente el no afrontar los nuevos signos de los tiempos en la Iglesia, puede suceder lo que nos dice el Evangelio en la parábola, la "torre inacabada".

El Papa Francisco nos demuestra día a día esos cambios necesarios en el seno de la Iglesia, sus hermanos en el episcopado español no sé si lo ven o no lo quieren ver.

Coger la cruz de Cristo, no es mortificarse, vivir en la tristeza y en el dolor. Coger la cruz de Cristo es ser RESPONSABLE CON LA REALIDAD QUE NOS RODEA Y ACTUALIZAR SU MENSAJE A LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS


DIFUNDID EL EVANGELIO. PÁSALO.

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